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domingo, 5 de abril de 2009

VOLVERTE A VER


Veinticuatro horas después de que te di el último beso en la boca, me he atrevido a escribir algo. A pensar en ti.

Antes de subir me detuve frente a la puerta del bus. Volteé y vi cómo subías la escalera, caminando lentamente. Adentro, ubicado en mi asiento, nuevamente giré la cabeza para verte a lo lejos, mientras cruzabas en medio del puente iluminado. Te seguí mirando por una de las ventanillas, y tú, después de bajar el puente, volteabas de vez en cuando, para darle una ojeada al bus que no arrancaba. Yo tampoco quería irme.

Momentos antes, tú lloraste y yo te seguí cada una de tus expresiones. Te observé el gesto, la mirada triste y molesta. También te limpié las lágrimas. Y me sentí culpable por esto. Por eso me pediste tiempo, para tener las cosas claras y aniquilar las confusiones. Aunque yo no quise entender al principio, pronto me di cuenta que tenías razón, que obré mal, que fui egoísta. Que te agobié.

El día en que nos conocimos, tú estabas indiferente, porque yo te di un abrazo efusivo, amical, pero tú apenas si lo sentiste. Pero ayer, hace veinticuatro horas, el abrazo antes del beso fue distinto. Sentí cada parte de tu cuerpo, desde los huesos hasta la carne que los cubre, que me aprisionaban como quien le da un gran abrazo a un oso de peluche.

Te fuiste caminando a casa sin que yo pudiera tomarte de la mano, en medio de una noche casi alumbrada por una luna de color queso.

Las luces se apagaron en el bus. Cerré los ojos y tu imagen se vino a la mente. Siempre te dije que tenías una sonrisa hermosa, la más bella del mundo, y que me gustabas tanto de la cabeza a los pies. Pero con ojos cerrados, mi corazón te ve más bella. Mi corazón piensa que te ama, que te está empezando a extrañar, ahora mismo, mientras las letras del teclado se confunden con ruido en la soledad de mi dormitorio.

-Yo te voy a llamar….to-
-Yo te esperaré con una rosa en la mano…ta-

Me he quedado corto de palabras. Es que me es difícil. Duele, duele, duele… Te adoro, duele. Te amo, duele. Soy consciente que he de pagar todo el egoísmo mío por ser feliz a tu lado, o por tratar de haber sido felices juntos de la manera menos inadecuada.

-Señorita, podría vender otra vez una boleto de viaje para… para el día tal, a las horas tal.

-Señor, pero estamos en el 2009.
-No se preocupe. Yo sabré esperar.

Volveré a verte.

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