'/>

martes, 7 de abril de 2009

Un par de horas sin ti



Acabo de darme cuenta que el tiempo se ha detenido. Seguro, no es un sueño.

Un día sin tiempo es vivir casi con un fantasma. El entorno no es el mismo, la gente no tiene voz y cuando te miran, sientes un escalofrío que recorre el cuerpo y llega ahí donde no te puedes tocar con las manos.

Por ejemplo, cuando caminas por la calle, para despejar la mente de impurezas, el mundo te pone aprueba. Pero, claro, no tienes tiempo de reaccionar, no sabes cómo, a veces ni por qué ni para qué, ni por quién.

Una vez me encontré con un tipo que hablaba y me hablaba. Me sonreía como si fuéramos grandes amigos. Realmente si lo éramos, porque mi mente podría recordarlo con mucho cariño, pero no le entendía nada. Sólo pude ver cómo su rostro hacía gestos incomprensibles, mientras movías las manos para intentar comunicarse conmigo.

En otra ocasión estuve parado frente a un gran letrero de publicidad que decía: “No lea esto”. Ese mensaje me sorprendió. Sin darme cuenta, me detuve en medio de la pista, algo absorto. Los carros se detuvieron a pocos centímetros de mi cuerpo, a la vez que alguna gente que andaba por ahí me hacía gestos con sus bocas y sus manos. Otros se agarraban las cabezas; otros gritaban insistentemente en silencio.

Me pregunto por qué no los puedo entender. Por qué tantas señales, si no hay nada.

Hoy, tres días después de lo ocurrido, por fin he sentido el primer signo de vida coherente. He empezado a oír el cantar de unos parajitos que se posan sobre el patio de mi hogar. Sin embargo, ahora ya no puedo ver…

0 Comments: